Delicada y elegante, la costa Amalfitana conserva como nadie el glamour de los años 50, cuando las estrellas de Hollywood inundaron este reducto italiano de pantalones estilo capri y aperitivos con vermú y la convirtieron en un destino deseado y exclusivo. Hoy, estos pueblecitos de la región de Campania envuelven sus tesoros naturales con un toque de distinción. Amalfi es el pueblo más importante y, aunque pequeño, es un sitio precioso que atrae a muchos turistas y que cuenta con diversos monumentos religioso, como la catedral de San Andrés, que llama la atención por el complicado lugar donde fue edificada. Positano o Ravello, han sido centros neurálgicos de las vacaciones de artistas y aristócratas. Y Cetara o Praiano, son pueblos con un encanto especial y aroma a tradición.
Desde la Costa Amalfitana, navegando dirección sur finalmente llegamos a Sicilia, séptima isla europea por dimensiones, la principal isla de Italia y la mayor del Mar Mediterráneo. Un verdadero paraíso por descubrir. Una de sus mayores atracciones naturales es el Etna. Un volcán de más de 3.300 metros, que a día de hoy sigue activo. Su gastronomía es típica mediterránea y uno de los platos más apreciados es la pasta con huevas de erizo de mar, que se comen crudas. El siciliano es supersticioso, y si se cruza con un rebaño de ovejas ha de saludarlo. De esta manera, dice la tradición, atraen el dinero a sus carteras. En Sicilia, la Mafia no se ve pero se siente y hoy en día aún son muchos los comerciantes que pagan el pizzo, un impuesto mensual a cambio de protección. En Mazzara di Vallo se encuentra el tercer puerto más grande de Europa donde el mayor atractivo es la subasta, donde particulares y pequeños comerciantes pujan por un pescado fresco y barato.